Lucas Castro, Sebastián Alarcón y Ludmila Magno
Internados
Un hospital es un lugar que reúne muchos lugares. Lugares de espera, de paso. Lugares a los que no queremos ir. Lugares que cambiamos, lugares que nos cambian. Allí buscamos salud, vida. Un hospital es un lugar habitado, pacientes, médicos, personal. El lugar es uno y muchos. El nacer el morir, la enfermedad, la vida. Todo se conjuga allí, en esa estructura muda y habitada. Poblada y abandonada. Todo al mismo tiempo.
Una enfermera arrastra un carrito en un patio interno; atrás la estructura gris, antigua. Entre todas las ventanas una niña mira y espera. Una estatua de la Virgen María custodia, en un pequeño altar, una habitación con la puerta entreabierta: adentro alguien trabaja. Existe una necesidad de llenar un tiempo repleto de espera, llenarlo con palabras, palabras que se plasman en paredes. Nombres y fechas. Testimonios. Como si hubiese la necesidad de dejar una huella. Promesas de amor. Y fechas, el tiempo. Los pisos son los testigos del paso, de la espera. Deben estar limpios. Las camas anónimas que sólo tienen un número como nombre.
El dolor nos iguala. Todos somos uno frente al dolor. Todos necesitamos atención, cuidado. La gente. El paciente. Espera. Los otros también esperan. La gente. Los médicos atienden esa espera. Ven el dolor en la espera, y lo atienden, lo curan. La gente.
(texto anónimo escrito para este trabajo)