Una buena manera de conocer un país es visitando sus pueblos rurales, en especial, cuando estan de fiesta. Todos los años, a mediados de octubre, el pequeño pueblo de Antón, de la provincia de Coclé, celebra el Festival del Toro Guapo. Este era el segundo año que asistía al festival. El primer año fue de reconocimiento, para conocer la gente, hacer amigos, empaparse de todas las actividades. Ya para el segundo año, estaba seguro que fotos buscar, que día ir y a que horas.
Por lo general llevo dos lentes, el 16-35 2.8 y el 70-200 2.8. El gran angular es mi preferido, estar cerca de la acción es esencial. Acompaño al gran angular con un flash con cable y un rebotador SuperScoop. Llevo un par de años usando ese sistema y me encanta tener la flexibilidad de iluminar al sujeto desde cualquier angulo. Era sábado medio día, tercer día del Festival del Toro Guapo. El parque central estaba repleto en gente. Había arrancado la “tuna de agua”, básicamente recorren las principales calles del pueblo lanzándose agua al ritmo de tambor y el almirez. El almirez fue traído en la época colonial como mortero, hoy día y únicamente en este pueblo, se utiliza como instrumento musical.
En la tarima principal, los conjuntos folclóricos infantiles se presentaban uno tras otro, provenientes de todo el país. A un costado del parque, empezaron los concursos de habilidades domesticas: pilar arroz, rajar leña, cargar leña, pelar cocos y ordeñar. Diversos grupos, al rededor del parque, con enormes oyas de comidas tradicionales como “bien me sabe”, “arroz con leche”, “chocao” y “guacho”, hecho con arroz y rabito de puerco. La fiesta duró toda la noche y a eso de las 5 de la mañana, del parque salió un grupo de tambores acompañados de la reina del festival y sus toros a recorrer el pueblo hasta la casa del cura para ser bendecidos.
El recorrido luego finalizó en las puertas de la iglesia, el publico abrió una rueda, los tambores repicaban, la reina bailaba e inició la tradicional “pelea de toros”. Hombres con un armazón de madera forrado en tela y una craneo de vaca eran los “Toros Guapos”. Se estrellaban violentamente frente a frente pero finalizaron como amigos mientras el sol salia lentamente. Avanzada la mañana, las tarimas se volvían a encender y el medio día abrió paso al desfile folclórico. La fiesta finalizó el lunes en la noche con bailes populares y tambor de orden. Las fiestas de los pueblos pequeños son un verdadero banquete fotográfico..
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