Juliana Medori
Dionisia
En la presente obra, utilizo, reciclo, resignifico la obra de dos artistas varones del Barroco, siendo estos: Vermeer y Caravaggio. A su vez, varias de las obras seleccionadas son reconocidas por la cultura general para su mejor interpretación y asociación.
Encontrándonos en la cuarta ola del feminismo que ya hace unos años increpó a muchas que todavía no habían/habíamos sido increpadas, este proyecto mediante la apropiación mencionada, busca mostrar el empoderamiento de la mujer o, mejor dicho, de una de las mujeres de mi vida: la Lelita.
Trabajar con la Lela creo que fue y es la conmemoración más hermosa a la distancia que tuvimos durante los años que migré de Neuquén a Córdoba para estudiar. Hacía mucho tiempo, igualmente, quería fotografiarle, pero creo que este momento fue el ideal. En el lente se veía una mujer muy fuerte y empoderada. Una Lelita que, al estar lejos, yo no veía que estaba conformando tal fuerza. Eso hizo que la admirara como nunca, verla no como este núcleo que siempre conformo con mi abuelo-la lela y el lelo-, sino como una gran mujer, de ella sola y por ella sola, llena de marcas, de historias, de momentos. Una mujer que mira a la cámara con fuerza, mujer que muestra su piel, su cuerpa, sus líneas. Una mujer que se come las uvas. Una mujer que se toma el vino. Una mujer de nadie más que de ella y su disfrute.
Después de ese día de fotos me di cuenta de la intimidad, del amor, de la confidencia que de repente se generó. Una conexión, un puente en el proceso de apropiación entre el arte del barroco y del arte contemporáneo. Puente que se destruye, que se resignifica para volver a construirse. Puente entre las generaciones de mujeres de mi familia, entre mi madre y mi abuela. Que se alza y fortalece durante este proceso. Que conecta con otros puentes, con otras identidades, con otras cuerpas, con otras historias.