Fernando Sánchez

Crónica del barro. Ladrilleros de El Arroyón

Una veintena de campamentos, la mayoría incluyendo varios hornos, conforman ese pequeño mundo productivo de los ladrilleros de El Arroyón, instalado a orillas de la ruta entre la localidad de Cinco Saltos y el Lago Pellegrini, en la Provincia de Río Negro. Llegué allí la primera vez por azar, y en las varias visitas siguientes movido por el interés de conocer el modo en que los ladrillos llegan al mundo, algo mayormente ignorado pese a que forman parte de nuestro hábitat más cotidiano.
Su fabricación artesanal incluye una serie de materiales, y un saber acerca de proporciones y pasos específicos, así como una combinación de músculos y aparatos mecánicos, en muchos casos de factura casera. También una cantidad considerable de horas de trabajo, y un entramado social atravesado por la cooperación, el parentesco y el viaje.
La mayoría de los ladrilleros de El Arroyón son de origen boliviano. Algunos de ellos viven en el lugar de forma permanente, pero muchos otros llegan para la temporada fuerte de producción, durante la primavera y el verano. Otros viajan menores distancias, desde Chile o de diferentes provincias argentinas.
Los primeros hornos en el lugar se instalaron en el año 2000. La Cooperativa se conformó en 2008 para hacer frente a presiones institucionales de distinto tipo, a la vez que maximizar sus capacidades productivas y comerciales.