Hay quienes tienen la bienaventuranza de rodar el telón de la vida por un instante y ver atrás. Cuerdas, cables, andamios; actores esperando el momento, practicando el rol; el músico afinando el instrumento; bailarinas estirándose; y claro, al protagonista: Uno mismo, muerto de miedo, ahogado por la pesada soledad del infinito, en el centro de las inefables tablas de la realidad, aún protegido por el Velo de Maya del teatro, pero a punto de entrar en escena.
Aunque es imposible saber cómo funciona, valoramos esa efímera mirada que nos permiten. Al mostrarnos las tendencias, tranquilizamos la duda, prevenimos situaciones, y a veces escogemos el giro de la trama. En las butacas, el foyer y la calle compartida de la tercera dimensión, aprendemos junto a otros sobre dualidad, amor carnal, apego, inicios, finales y más. Pero olvidamos nuestro origen y misión; la magia y grandeza del Universo; las infinitas posibilidades de la conciencia de ser. Borramos al nacer esos mundos perfectos de los cuales venimos y a los que regresaremos, para volver a experimentar el olvido encarnado y el “darnos cuenta”, otra vez y otra vez, en un eterno y maravilloso zig zag.
Los puntos del tejido hacen un mapa inacabable de senderos, veredas y avenidas en la vuelta a nuestra casa en las estrellas. Por eso no hay una experiencia mejor que otra. Cada una lleva a cada quien a su hogar, en donde nos esperan, cargado con recuerditos de viaje, regalos sapienciales o de poder. Este viaje de regreso se hace por caminos cuánticos.
Un horizonte místico y multidimensional, poblado de manos mágicas que van dando cumplimiento a planes luminosos; que guían y asisten a otros. ¿Caminantes de las estrellas? ¿Guerreros de luz? Quizá sean sólo seres que comparten. Ellos se descubrieron con habilidades intuitivas poco comunes y rompieron la rigidez que tiende a imponer la mente, la familia y la sociedad. Encarnan manifestaciones distintas de la espiritualidad universal, del Gran Espíritu, del todo. Son chispazos de luz, de crecimiento interno. No importa el capítulo que estén viviendo o los lugares por los que dejaron sus pasos, sólo importa que van andando y que sus caminos tienen corazón, como advirtió el chamán Don Juan. Así, en conjunto, son una invitación a que cada quien encuentre también el suyo propio y lo realice. La Exposición Fotográfica Caminos Cuánticos está conformada por 25 retratos.
Los protagonistas aparecen en cada imagen dos veces, con distinto atuendo, como si pudiéramos ver la actuación y el tras cámara al mismo tiempo. Una dualidad rota. Ser espiritual y ciudadano, sanador y sanado, blanco y negro, oculto y abierto, adentro y afuera, macro y micro, material y espiritual. Es la búsqueda del Ser Doble de Castaneda, el Yo Soy de la metafísica, el Ka de los egipcios: La oportunidad de echar un vistazo por detrás del telón. ¿Qué pueden tener en común chamanes, brujos, yoguis, canalizadores, sanadores, videntes, psíquicos, terapeutas y contactados por inteligencias superiores o extraterrestres? Quizá eso sea lo que este proyecto de investigación, que inspiró también la creación del Blog www.caminoscuanticos.com, se propone a dar respuesta.
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