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“Cada vez que entro al monte le hablo en guaraní a la Madre Tierra y le pido que nos proteja y que cuide a los animales.” Rogelia.
Evarista Pacheco, Berna Villagómez y Rogelia Marcial son dirigentes de la comunidad aviguaraní “Hermanos unidos”. Viven en Calilegua, provincia de Jujuy.
Las madres del monte
Julio Pantoja | Tucumán
Hasta hace muy poco tiempo, en Argentina se desmontaba una hectárea cada dos minutos, lo que equivale a cuarenta canchas de fútbol por hora. Miles de personas, animales y especies vegetales fueron desplazados o llevados a la muerte por los irracionales desmontes en las regiones boscosas del norte argentino, proceso acelerado por el boom comercial del cultivo de soja transgénica. El desastre ambiental y social está a la vista de un modo brutal.
Ante este desolador panorama, como en otras experiencias de resistencia (recordemos a las Madres de Plaza de Mayo), muchas mujeres dejan la pasividad de sus hogares para acompañar -o incluso liderar- el enfrentamiento con las distintas formas del poder que avasalla a sus familias: sea un gobierno, una empresa agropecuaria, una policía complaciente o un grupo parapolicial.
Así, mujeres indígenas y criollas, desde organizaciones campesinas, asambleas de autodefensa o incluso desde la soledad más adversa, como cumpliendo algún mandato atávico que les ordena poner el cuerpo, se ponen en pie de guerra y con diferentes modos de lucha defienden la fuente de vida: la tierra y el monte que las rodea.
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“Se formaban remolinos de viento y fuego: las llamas nos encerraron a mis hijos y a mi. Llorábamos desesperados y nos abrazábamos; creí que nos moríamos.”
Gladys Escobar forma parte de un pequeño grupo que se dedica a denunciar los desmontes e incendios intencionales ante los medios y ONGs. Tres Isletas, Chaco.
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“Nos dejaron casi sin tierras ni selva. Somos 1200 guaraníes arrinconados en 250 hectáreas al borde del Parque Nacional Iguazú.”
Demetria Moreira -Cambiyú- forma parte de la comunidad guaraní Fortín Mbororé. Iguazú, Misiones.
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“Ya no podemos sembrar ni criar nuestros animales en paz, además ahora los vientos arrasan nuestras casas y, cuando llueve, el agua se lleva todo por delante.”
Ernestina Jerez es criolla y fue una de las primeras en movilizarse en contra de los desmontes. General Pizarro, Salta.
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“Ya habíamos preparado agua caliente, como en las invasiones inglesas: si los policías volvían a pegarles a los hombres, nosotras estábamos decididas a achicharrarlos”.
Delma Aranda trabaja en su campo y vive de lo que produce. Algarrobal Viejo, Salta, 2007.
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Desmonte. Campo arrasado por el fuego. Pozo del Tumé. Salta, 2005.
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Desmonte. Campo arrasado por el fuego. Gral. Pizarro. Salta, 2005.
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Topadora en acción. La Tigra. Chaco, 2006.
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Plantación de soja transgénica. Tartagal. Salta, 2009.
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Alud arrasa. Tartagal. Salta, 2009.