Proyecto fotográfico que busca rescatar el retrato mortuorio, antigua tradición Latinoamericana y europea, donde los mortinatos (guaguas muertas al nacer) eran retratados con sus familiares en escenas recreadas, ya que la muerte de un pequeño era una bendición. La familia quedaba protegida, porque el alma del infante pasaba a ser un “Angelito” que los cuidaría para siempre.
Esta tradición fotográfica se perdió, ya que fue prohibida por ser declarada insalubre; entre otros motivos; como el que ya no era grato retratar a los muertos debido a las guerras, dictaduras y tragedias mundiales, donde la muerte paso a ser algo inmensamente doloroso. En Recuérdame al morir con mi último latido se hace un recorrido visual de fotografías de mortinatos que presentan deformidades físicas y anormalidades de sistemas biológicos y fisiológicos que no son viables para su subsistencia y que fueron abandonados o donados a la ciencia. El retrato mortuorio en este caso es representado en un contexto actual, el de una sociedad consumista e individualista.
Donde las guaguas no son “ángeles hermosos”, si no que infantes desprotegidos y deformes, cuyas familias recreadas y ficticias; a través de diversos elementos; dejan al descubierto nuestra realidad moral.
Son un total de 22 fotografías en pequeño formato de 10x15 cm, realizadas con película blanco y negro de 35mm, ampliadas en papel RC, coloreadas manualmente con lápices acuarelables e insertas en retablos renacentistas individuales.
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