Islas, barriadas y espacios limÃtrofes en la ciudad de Santiago
Las imágenes que presenta KurtPetautschnig en “DivisoriumAcuarium, paneo social del río Mapocho”, es una investigación que reflexiona sobre el paisaje y el sentido de borde, los límites que se inscriben y las diferencias que se establecen en la ciudad entre una posición geográfica a otra, entre una línea vecina a otra. Para esto, el autor emprende una travesía a través de las 16 comunas que circundan la orilla del río Mapocho en la ciudad de Santiago -desde la zona de Lo Barnechea llegando hasta la desembocadura del río en la zona de Maipú- trabajando sobre la idea de una fotografía contemporánea que experimenta en torno al lugar –el paisaje- como objeto de estudio, una indagación que abarca las vicisitudes de la urbe y se aleja, estéticamente de lo emocional, apoyándose en archivos numéricos y estadísticas, que cruzan el lenguaje visual con una investigación sociológica. Se busca una objetividad posible del trayecto del río, como paisaje homogéneo, ya que en apariencia, es una visual de escasos cambios, visibles solo por la presencia de algunos edificios céntricos y algunas nuevas zonas de barrios y condominios. Los pocos cambios existentes, son sutilmente confusos a raíz de la belleza del lugar, como sucede en la desembocadura, imagen de gran efecto pictórico a “campo chileno”, contradiciéndose con el conocimiento público de la fetidez y desamparo al que se encuentra sometido.
La serie no se detiene en las historias del río y en los detalles visuales a las que estamos acostumbrados, no se detiene en sus interiores y en sus profundidades de ranchos familiares e indigentes, lugares de subsistencia y tierras de nadie, -otros trazos del “post modernismo”- pero sí se detiene en la idea de paisaje, a partir de su importancia social y política dentro de la ciudad, una escisión fluvial que ha ido absorbiendo el pensamiento de los flujos económicos y políticos de turno, comenzando desde el origen de Santiago y la clasificación de sus tierras. Desde esta perspectiva, la búsqueda de este paisaje asocia la eventualidad de un correlato socioeconómico, al posible cambio visual registrado desde lo fotográfico. Un correlato emprendido entre las variadas zonas codificadas del mapa geográfico, espacios aledaños al río que se han ido configurando entre ellos como espacios islas, barriales y limítrofes, separados por estadísticas, que marcan las variaciones en las condiciones de vida de sus habitantes y vecinos. Esta idea, se compenetra con el concepto de paisaje como Heterotopía - lugar donde las realidades existentes son invisibles y permanecen ocultas bajo las capas de la apariencia- así, en la imagen fotográfica aparece la vista panorámica del río como un espacio fragmentado, donde se ha empleado el uso del paneo (barrido) para realizar cuatro cortes fotográficos que van de norte a este, y de sur a oeste, completando de esta forma una visión parcelada y secuencial de 360°. Las imágenes son acompañadas por un catastro basado en el ingreso per cápita de sus habitantes, en el porcentaje de áreas verdes, en la cantidad de material particulado (smog) y hasta de la población indigente; indicando grandes diferencias en la calidad de vida y en la conformación de números disimiles y variados entre los grupos que habitan entre un punto geográfico y otro.
La realidad invisible o visible del paisaje, se deja entrever en la fractura de las diversas realidades, generadas por la antítesis de las estadísticas y una visión del río siempre reconocible, de apariencia democrática, ya que las imágenes no profundizan en los sistemas de vida improvisados, ni en la idea de desaguadero al que está expuesto, pero si nos señalan el río como una suerte de herida abierta, que además del lodo y las piedras y la gran cantidad de artefactos absurdos (sillones, botellas, etc.) vendría a funcionar como un gran desecho psíquico, el summum de una visión en ruina: aquella que recorre las islas numéricas de las zonas altas de la ciudad, hasta las islas de las zonas más bajas. Indicadores impasibles a la variación de hacinamiento, densidad del agua o cambio de color en su desembocadura. Antiguamente el vínculo entre individuos y ciudad era una materia relevante, el concepto de “hogar” se ubicaba en una memoria común, donde se articulaba una familiaridad con un entorno de cambios lentos. Las preocupaciones en la construcción de la “ciudad” constituían utopías o ensoñaciones siempre a mejorar. Anthony VidlerenTheArchitecturalUncanny,especula sobre los cambios de conducta del habitante contemporáneo debido a “la desconexión con una memoria urbana, una memoria colectiva como era antaño, basada en el reconocimiento del presente y del pasado, una memoria inscrita en la entidad desde lo cultural, lo político y lo social. Concepto que desaparece, frente a los cambios apresurados de la urbe, en su transformación y sobre abundancia de diversidades.” Por tanto, la idea de ciudad como idea comunitaria (común) se ha desplazado a algo más restringido como es el paradigma de vivir en urbanizaciones de espacios cerrados y delimitados, lugares de convivencia, que identifican a sus individuos con los conceptos de diferenciación y singularidad. Muchas veces, estas líneas no están trazadas visiblemente en el espacio, pero hacen parte del mundo subterráneo e inconsciente de una ciudad, donde sus habitantes viven en complejos exclusivos, aunque la mayoría de las veces solo estén separados del resto de la comunidad por una calle, el límite de un muro cercado, o la línea divisoria de un río.
Mane Adaro Curadora independiente
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