Rodrigo Pérez
Proyección de los deseos
Según la teoría psicoanalítica los deseos son el motor que le permite al hombre continuar avanzando. La búsqueda de consumar esos deseos son los que nos salvan de los síntomas. Estos impulsos se muestran en nosotros uno por uno en una variedad de combinaciones que dirigen el curso de nuestras vidas, diseñando tanto nuestro presente como nuestro futuro.
Este proceso de evolución del deseo no sucede solamente en toda la humanidad, a través de la historia, sino que se produce también en las vidas privadas de cada uno. ¿Cómo hacemos para materializar esos impulsos. ¿De qué manera los canalizamos? Esas concreciones son las que se reflejan en la vida cotidiana.
Unos planifican su vida, otros la viven al ritmo de sus deseos. Si bien el deseo significa incertidumbre acerca del rumbo que tomará, a muchas personas les garantiza la seguridad en cuanto a los pasos dados. Las emociones están en la base de los deseos y de la inteligencia se dice que es emocional. Visto de este modo, el deseo se convierte en el portavoz de uno mismo.
Nada ocurre en el mundo, ni nada hace el hombre, que antes no se haya forjado en la mente de una persona, y esta haya transformado su deseo en un acto para su realización, su materialización. El deseo nos invita a salir de nosotros mismos, nos pone en contacto con lo Otro, con nuestro límite, pero también con nuestra posibilidad de ser.
Mediante la concreción de esa falta somos capaces de entrar en contacto con lo otro, con lo que nos es ajeno y quisiéramos que nos fuera propio y también con lo que no lo será nunca. Lo otro se torna, así, límite de lo posible y también el único espacio donde lograr la satisfacción.
Esta serie trata de reflejar esos espacios de búsqueda, esas realizaciones materiales que permiten seguir avanzando. Esa porfía del hombre para conseguir el sentimiento de estar completo.