Libros de fotografía

 

Cuba - diario de un fotógrafo - Federico Bechis (Bariloche)

22x22cm | 135 páginas | Tapa blanda | Ediciones Bex.

Este libro es el resultado de convivir durante un mes con el pueblo cubano. No pretende ser un catálogo ni una guía turística, sino más bien, un reflejo de las emociones y sentimientos que experimenté al recorrer este hermoso país. No viajo como turista. Me considero un viajero que va registrando con su cámara y todos los sentidos, los acontecimientos que van surgiendo, dejándose llevar por la intuición y sintiendo cada momento. Porque “pateando la calle”, es cuando uno puede llegar a conocer el pensar, el sentir, las costumbres y formas de vida de un pueblo. En mis largas caminatas los motivos salen a mi encuentro. Voy sin ninguna idea preconcebida, pero sí sé a dónde voy.
Voy con la mente abierta para lo que el destino me tiene preparado. En Cuba todo está expuesto en la calle. Soy un ávido mirón. Me dejo sorprender por la vida. Mi experiencia como fotógrafo me enseñó que nunca se sabe con qué y con quién te vas a encontrar cuando salís a hacer fotografías. Voy por las calles con mi pequeña cámara para tratar de pasar desapercibido. Aunque en Cuba mucho no lo logro por mi apariencia. Míster Hemingway, me gritan.
Encuentro en un bar una foto de él con Fidel y descubro mi parecido. Les digo: “soy argentino” y allí comienza el romance con los cubanos. Aman a los argentinos. ¿Será porque les “prestamos” al Che para que los ayude con la Revolución? No lo sé. Pueblo culto como pocos. Ávidos de noticias y de poder hablar con alguien en su misma lengua. Pueblo de origen africano con rituales de santería y un sistema de creencias que combina la tradición católica con las religiones de raíces africanas. Voy descubriendo rostros e historias. Escuchando su música y mirando la sensual cadencia de las mujeres cubanas en su andar y bailar.
El calor, la humedad y los largos años de abandono, han hecho estragos en los viejos edificios. El decorado ideal para cualquier fotógrafo. En la calle, un cubano me regala una semilla de un árbol que no conocen que exista en la isla, la llaman “Ojo de Buey”. Es traída por el mar a su costa. Me dice que es un talismán para que me proteja durante el viaje. “El alma vive de darse”, recuerdo una de las frases de José Martí.
Porque te dan hasta lo que no tienen. Siempre con una sonrisa. Descubro sobre una barda, en la costa del mar, una huerta orgánica. En la puerta de entrada una frase de Martí: “Qué importante es la voluntad”. Me sale al encuentro Orlando, un militar retirado que combatió bajo las órdenes del Che. En su huerta tiene puerros, espinacas, acelgas, tomates, piñas, “hierba buena” (para agregar a los mojitos), un árbol de almendras.
Me lleva a ver orgulloso su compost con lombrices californianas. Con su huerta ayuda en el barrio a los que menos tienen. Me viene a la memoria otra frase del prócer cubano: “Sólo el amor construye”. Camino por el frente de una verdulería/carnicería y leo: “La calidad en el servicio es el respeto al pueblo”… y me acuerdo de mi país. …y mi cámara me lleva al encuentro con una campesina. Neraida de 40 años, mamá de Samuel de 4. Me cuenta que el terreno donde viven es del estado. “El estado se lo entrega en usufructo al campesino. A cada uno le dan una “caballería” (medida de superficie utilizada por los españoles y sus colonias) para trabajar. Uno lo pide y ellos lo miden”. La casa la hicieron ellos. Tienen 30 vacas. Al estado le entregan un porcentaje de leche para los niños (cinco litros de leche por día da cada vaca, dos litros le entregan al estado). “La medicina y el colegio son muy buenos”, me dice mientras alimenta a los lechoncitos en el corral… y de nuevo me acuerdo de mi país. Los viajes te abren la mente y las oportunidades para hacer buenas fotografías. Y sobre todo para darte cuenta que, muchas veces, en nuestro país, nos quejamos de lleno.

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