Abstraerse de sí, abstraerse por completo. Verse desde afuera, lejos de propio pensar y sentir. Abstraerse de lo cotidiano, de lo establecido, de lo frecuentado. Dejarse ir, llevar y a veces arrastrar. Despojarse de lo perturbado, quitarse lo rasgado. Limpiar lo desordenado, restablecer lo no concretado. Simplemente liberarse de lo implícito, atreviéndose a ir por lo abstracto. Permitirse el encuentro con la esencia original. Permitirse el encuentro con el origen esencial.
Me recorre un abismo, soy un túnel infinito de energía en movimiento. Vibro mil sintonías y viajo lejos aunque estoy bien quietx. Recorro emociones y mis células se enteran. Me siento más parte del todo que de lo normal. El campo energético es cada vez mas amplio, las distancias físicas son cada vez más cortas y el diálogo se vuelve más necesario pero varía su forma, encuentra otras salidas.
La necesidad de expresarnos nos colapsa y buscamos todos los medios para manifestarnos. Una era de fervor nos atraviesa y se nos prende fuego la racionalidad, se vuelve cenizas intentando comprender la voraz intensidad del alma. Ya sea que seamos eternos o solo instantes, este proceso es necesario. El de atravesar sinfonías aparentemente incesantes que suben y bajan. Pero todo, hasta la más hermosa composición se termina para convertirse en algo más: en silencio.
Aldana Paula Alegre.
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