Cuánto viven las casas? (2016-2018)
Llegamos en Julio, pleno invierno. Vendimos la mayor parte de nuestros muebles, regalamos cosas y nos guardaron otras. Nos trajimos maletas con las cosas que más nos importaban y dejamos atrás a nuestros amigos y familia. Había que elegir una casa pronto y hacerla nuestra. Nos encontrábamos en un país nuevo, con mucho frío y en este tiempo de tránsito, el tiempo se hizo mucho más denso y lento. Mis hijos y yo nos hicimos más dependientes el uno del otro. Mis pensamientos me abrumaban y aquí fue el comienzo de una crisis personal que me provocaba dudas acerca de mi propia capacidad como madre. Tenía recuerdos de mi pasado lejano mezclados con mi pasado inmediato.
Me encontraba aislada, en un territorio precario, tratando de cobijar a mis dos hijos. El miedo me invadía y me sentía tan vulnerable como cuando era niña. El verano empezaba a terminarse y todo estaba más tranquilo. Comenzábamos a pertenecer a una comunidad y adaptarnos al entorno. Hasta que ocurrió el primero de un enjambre de temblores que duró una semana. Ahora si la tierra se movía literalmente durante el día y la noche. El ruido de la tierra rompiéndose lo tengo impreso en mi cuerpo, esa avalancha sonora previa al movimiento que me erizaba la piel de miedo.
El entorno natural me reconectaba conmigo misma y el mundo. Tenía la necesidad de sentir el suelo, estar cerca de la tierra, tocarla y conectar con ella.
Me sentía tan cerca de lo vivo y de lo muerto, del aire, del agua, de las montañas y de la tierra. Chile, poderoso y salvaje, me cautivó y me asustó, me transformó, pude al fin verme a mí misma.
bexbariloche@gmail.com - BARILOCHE - PATAGONIA - ARGENTINA