Un grupo de fotoógrafos se unen en esta travesía de emociones. Las luces azules que inciden en las obras, me recuerdan la noción de aura, propia de cada persona; el color azul la inspiración, la buena fortuna, la naturaleza artística. Parece relevante pensar que el valor dado al huaca (aura, según los Incas), fue a través de la fotografía, y parece resultar valioso si vemos por medio de esta lupa los retratos. El clamor del cuerpo a través de los retratos, lo caótico y lo bello de las expresiones.
Recorremos y nos encontramos con algunas fotografías de grandes dimensiones, como queriéndonos decir que no alcanza el papel para contener lo que el otro siente. Decía Oscar Wilde con su afamado Dorian Grey que el retrato es un retrato del artista y no de la persona que posa. Según sus palabras es el pintor quien se revela a través de la imagen; quizás hay un poco de ambos, en esa intríncada relación caótica entre fotógrafo y modelo, algo se extraen uno del otro, como una transferencia tácita de sentimientos.
Siendo el retrato un hilo tan sensible sería correcto pensar que estas obras, en el silencio de las salas del Museo, susurran historias. Son secretos íntimos que en las salas resuenan, como el sonido de los grillos en las noches de verano. Hace muy poco ví un video del artista Richard Learoyd hablando de su obra. Para él, los retratos debían intentar extender el tiempo que se tarda en entender a la persona que se mira. En este mundo globalizado, donde explotan las imágenes, nos parece haber visto todo y ante la mínima expresión ya creemos saber qué sintió el otro; la creación de un retrato hace uso de un tiempo extra al pasado, hay algo más entre el momento que se disparó y el factor humano. ¿Por qué lloran? Los fotógrafos y sus cámaras, como Orfeo y su lira, han podido construir escenarios que juegan con la identificación, lo consciente y lo inconsciente. La pregunta sería, ¿por qué no lloramos?
Yéssica Gallegos.
Corpus Clamor.
El llanto del cuerpo. Las afecciones del alma se dan en el cuerpo, es perturbado por ellas y lo manifiesta: alegría, amor, odio, dulzura, compasión o miedo, son alguna de ellas. Vemos así distintas personas, pero los mismos sentimientos y diferentes maneras de exteriorizarlo, la alegría hace sonreír, reír a carcajadas o no producir nada, el miedo puede hacer temblar o paralizar el cuerpo.
Y así entre el universo de humanos, de géneros y edades distintas, nos encontramos con el llanto, el primer sentimiento que se despierta al momento de nacer y que nos acompaña por el resto de nuestras vidas, la manifestación más palpable de las afecciones del alma y sinónimo del dolor. Lo podemos observar sin mucho recaudo, las lágrimas cayendo por las mejillas, los ojos como cristales que reflejan el alma dolorida, la voz cortada y la boca temblando.
Quizás el llanto sea de alegría, por haber logrado un imposible en la vida, pero en realidad es el producto del dolor de pensar que esa alegría puede ser fugaz por que en realidad es precaria y se va desvanecer con el paso del tiempo. Distintas personas, con realidades diferentes unidas por un mismo sentimiento, que atraviesa el alma y se corporiza através de las lágrimas.
Paola Pavanello.
"Corpus Clamor" del Grupo Ramé.
Paola Pavanello, Verónica Ocampo, y Alejandro Bonin.
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