Se dice que una noche el gran Sumaj Orcko (cerro majestuoso) se presentó ante el indio Huallpa , quien rondaba por sus faldas, éste al sentir frío prendió fuego y reanimo el cuerpo para continuar su camino. Grande fue su sorpresa al momento de encender el fuego, minerales de plata comenzaron a brillar ante sus ojos.
Minerales que no dejaron de llorar hasta nuestros días (Colquehuaca, la plata que llora). Expulsó tanto que se decía que con toda la riqueza podría construirse un puente hasta España. Los hijos del Sumaj no dejan de venerar ni un solo día a su padre desde aquel descubrimiento por uno de sus hijos. Los hijos del Sumaj son quienes aceptan la construcción de un orden ante la invasión. Es imposible imaginarse el cerro sin ellos. Es la promesa. Los hijos del Sumaq son silencio en la luz y ruido en la oscuridad que es el descubrimiento de toda nueva era.
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