Planté un árbol que dió frutos y gocé de muchos libros. Hasta ahí un orden y un sentido. Y llegó un hijo, mi hijo. Ahora estoy y soy con otros; mi bien-estar depende ya no de mí “sola, solita y sola”, sino de la existencia gozosa de otros. Tan simple, tan claro y tan frágil. Tan difícil esto de parar la cabeza. ¿Qué se hace con lo aprendido? ¿Con las cuentas pendientes? ¿Los objetivos planteados?
Nada
Con-ceder el cuerpo y el alma, retirar las ansiedades, no hay manipulación ni especulación posible más que la entrega.
Deponer armas y escudos.
Se me quemaron los papeles; se me pelaron los cables, se me volaron los pajaritos y los cinco patitos, que se fueron a bañar, ya no caminan en hilera. Los relojes enloquecieron y yo ando con-fundida en una tierra de alborozadas incertidumbres.
Estoy mucho más allá de mis límites conocidos al punto que el mundo se volvió:
Impredecible/ surrealista / prodigioso
Me desconcentro, me desconcierto, resbalo y me entrego: Resulta que –a pesar de las dudas, las colisiones cotidianas, del caos interno y externo- es maravilloso.
Aleluya! Celebremos!!!
Dedicado a Esteban y León. Fotografía digital, tomas directas.
Candelaria Magliano, Córdoba, Argentina. 2010.
La serie “Celebración del Desconcierto” aborda la llegada de un hijo como un acontecimiento revolucionario dentro de la existencia. Un huracán que arrasa con todos los límites hasta entonces conocidos, impone la necesidad de replantearse sentidos y objetivos. En un universo ego-céntrico un hijo es un desafío que invita a con-ceder el cuerpo y el alma. Deponer armas y escudos.
Cuando comprendemos que, frente a la inocencia no hay manipulación ni especulación posible más que la entrega, surge la maravilla. Y la posibilidad de celebrarlo.
bexbariloche@gmail.com - BARILOCHE - PATAGONIA - ARGENTINA