El Delta del Paraná es un estuario de agua y silencio; una red de cientos de islas consolidadas y en formación que se desarrollan cuando este río pierde velocidad. Uno se hunde en sus nieblas al amanecer y en su vegetación implacable; el agua crece y decrece con la dirección del viento, la fase lunar y las lluvias que hacen crecer su cauce bajando desde el Norte. El Paraná es el segundo río en extensión de Sudamérica, nace en el Sur de Brasil y atraviesa Paraguay y la mitad del territorio argentino, hasta desembocar en el Río de la Plata. Cuando el viento sudeste frena el cauce del Paraná, las islas se inundan; desaparecen los muelles y la tierra.
Sólo quedan las casas suspendidas en medio de un mar de agua dulce. Este es el tempo de las islas, su respirar, su cambio. Los isleños nativos o llegados de diferentes regiones y países limítrofes, viven aislados y con poca conexión a la ciudad. Trabajan en forestación, agricultura y pesca. También producen mimbre, cazan nutrias y carpinchos o cortan juncos en las orillas del Río de la Plata. Viví en las islas del Delta durante casi tres años y de a poco fui conociendo a sus habitantes. Los encontré azarosamente en almacenes y muelles o luego del amigable saludo que se brinda cuando uno pasa con la embarcación. Pude compartir su vida cotidiana y acompañarlos en sus actividades y de a poco me fui ganando su confinaza y me convertíen un isleño más. Este trabajo documenta la vida y el trabajo en las islas mediante retratos nocturnos que registran sus actividades diurnas.
Usando como fuente de luz principal la luz de la luna llena y el agregado de linternas, realicétomas nocturnas de larga exposición donde los isleños permanecieron inmóviles durante hasta diez minutos. Con la intención de capturar esa atmósfera sin tiempo que se respira en el lugar y para hacer un recorte contemporáneo de esa pequeña comunidad que ha sido fotográficamente ignorada durante mucho tiempo ´Esta obra sorprendente tilda todos los casilleros: es arte, es innovadora en el estilo, documenta una comunidad frágil y contribuye a dar cuerpo a la nueva cultura fotográfica que emerge en Argentina´ Martin Parr, del prólogo del libro La Creciente
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