Una vida digna de un guión de película: el rechazo por ser gay, la estigmatización cuando sus compañeros de estudios no querían tomar mate con él por medio a ser contaminados por el VIH, los remordimientos por haberse engañado en un casamiento que duró 16 años, la lucha en contra de la jerarquía católica argentina que declaraba que los gays deberían mudarse a una isla para vivir con sus propias leyes, las protestas, sin ningún tipo de apoyo, en la penumbra de las calles de Buenos Aires delante de bares que no aceptan gays; y por fin la creación de su propia iglesia LGTTB en 1998 en su departamento de Buenos Aires para dar misas a homosexuales y travestis que aman a Dios tiñen los principales capítulos de la vida del pastor Roberto González.
Ahora envejecido con un bastón para asegurar sus pasos, y casado en 2016 con el amor de su vida Norberto, el pastor Roberto González dejó su Iglesia para ser un activista en Derechos Humanos y Religiosos de las personas LGBTTQI. Una jubilación “part-time” ya que sigue bendiciendo parejas en la Iglesia Metodista de Flores. Este ensayo fotográfico trata de la vida de un pastor de culto, rebelde, introvertido y pionero del movimiento religioso gay en la Argentina. Una confesión fotográfica de una vida que sobrevuela entre el cielo y el infierno.
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